Gustavo Menéndez, intendente de Merlo desde diciembre pasado, expone con datos y números que recibió un Municipio “en llamas”. A seis días de haber asumido tuvo que declarar la emergencia económica y hoy, 11 meses más tarde, asegura que logró ordenar la administración, invertir en salud, impulsar obras con fondos propios y lentamente, sanear las cuentas. En una entrevista realizada en la Redacción de Clarín, ante la pregunta de cómo lo hizo esboza una fórmula sencilla: “Que el dinero del pueblo no vaya a los bolsillos de los funcionarios y vaya a las obras”. A los 49 años, después de haber ocupado cargos municipales, provinciales y de haber sido concejal, Menéndez llegó a la Intendencia por el peronismo, con más del 55% de los votos. En septiembre, según datos de una encuesta privada, resultó el jefe comunal con mejor imagen del Conurbano, con un 78% de aceptación entre los vecinos de su distrito.

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–¿Cómo fue llegar al Municipio después de tanto tiempo de Othacehé?
–El proceso electoral fue muy duro por la forma que tenía el gobierno anterior de hacer política: acoso permanente a la oposición y tener de rehén a todo un pueblo. Encontramos un Municipio en llamas. Con los sueldos impagos y una deuda flotante de varios cientos de millones. Lo que hicimos fue desarticular un armado político elefantoideo y bajamos de 450 direcciones a 60, de 97 subsecretarías a 21 y de 23 secretarías a solamente 8. Eso nos permitió iniciar un estudio muy pormenorizado porque no hubo un traspaso ordenado de gobierno: no pudimos entrar hasta que llegó la hora legal de hacerlo. Nos escondían información; destruían archivos, documentación y expedientes; amenazaban a los empleados para que no se les ocurriera darnos ningún tipo de datos... Nosotros entendemos lo contrario, el Municipio no les pertenece a los funcionarios, le pertenece a la gente.

–¿Cuáles son las prioridades de gestión?
–El 65 % de la gente no tiene cloacas, el 54 % no tiene gas natural y el 52 % no tiene agua. De 14.700 cuadras, 9 mil son de tierra. Y hemos vivido tal vez el peor proceso de empobrecimiento de Merlo en los últimos 20 años. Al país le ha ido bien y mal en ese círculo que aparentemente tiene la Argentina, en el cual cada 10 años subimos subimos y después caemos caemos. En Merlo sólo fue caemos caemos. Y pasó de ser uno de los “municipios locomotoras” de la región a uno de los más pobres. Estamos decididos a cambiar esa ecuación, por lo cual apostamos mucho a la cultura y el trabajo. En la salud pública estamos invirtiendo y es necesario que Merlo vuelva a ser un lugar con potencial.

-Por lo que describe, lograr eso representa todo un desafío.
- Queremos que los merlenses vuevan a tener una autoestima a la altura de las circunstancias. Años atrás, un estudio que hicimos de la población de Merlo arrojaba que tenían muy baja autoestima como ciudadanos y que creían que todas las cosas buenas les pasaban a los de afuera, a los de Vicente López, Tigre, Capital o cualquier otro lugar, menos Merlo. Entonces estamos trabajando mucho en eso.

–Para solucionar cuestiones de infraestructura es necesario el apoyo de Nación y Provincia, que tienen otro color político al suyo. ¿Cómo es la relación?
–A María Eugenia Vidal la conozco hace muchos años. Es una gran persona, con gran corazón y muy inteligente, y tiene mucha voluntad y contracción al trabajo. En lo que no nos pongamos de acuerdo tiene que priorizar el interés de la población y sobre todo, de los sectores más vulnerables. Lo mismo con el Gobierno nacional: hay medidas que no comparto pero hay una gran esperanza en la gente de que realmente se puedan cambiar muchas cosas. Pretendo ser parte de una oposición responsable. Este año hemos hecho mucho, si bien la maquinaria del Estado nacional todavía no está girando a la velocidad que debería girar, y la maquinaria del Gobierno provincial tampoco. En eso los Municipios somos más eficientes porque somos administraciones más chicas y de una gran cercanía con los problemas de los vecinos.
Si queremos volver a ser gobierno, tenemos que volver mejores. Si no es preferible que no volvamos".

 
–Tiene un vínculo fluido con otros intendentes del PJ. ¿Adónde le parece que va el peronismo luego de la derrota en Nación y Provincia?
–El pueblo nunca se equivoca y evidentemente si queremos volver, tenemos que volver mejores. Si no es preferible que no volvamos. Ese “volver mejores” significa un trabajo donde todos los que venimos del campo popular podamos confluir en una corriente de ideas. Evidentemente hemos tenido un divorcio entre lo que quería la población y lo que nosotros veníamos haciendo. Y eso nos obliga a mejorar. Luego de la derrota, en el peronismo es como que no tenemos ni la mamá ni el papá ni el tío que antes te daban un paraguas. Hoy digamos que los intendentes quedamos como huérfanos y se nos agregó a lo que de por sí es difícil, que es administrar los municipios, la responsabilidad de juntarnos y articular para que el peronismo pueda resurgir con fuerza y tenga posibilidades de volver a ser gobierno. Todos tenemos plena conciencia de que nos tenemos que juntar. Como dice el Papa Francisco, “sólo la unidad supera el conflicto”.

-¿Qué rol debería tener Cristina Kirchner en el peronismo que viene?
-Es una persona de referencia para el peronismo. Creo que en esta gran confluencia en el campo popular, Cristina tiene una tarea también. Al peronismo no le sobra nadie. Quienes fueron referentes importantísimos durante tanto tiempo pueden ayudar mucho. Pero también creo que este transvasamiento generacional que se ha dado en 2015 debería marcar la orientación. Nosotros tenemos que reformular y, de hecho, hay claras muestras de eso. Hay muchos dirigentes jóvenes en ascenso con posibilidades de transformarse en dirigentes provinciales o nacionales. Todos compartimos más o menos esta mirada de la realidad y consideramos que discutir las agendas políticas empezando por los nombres es bajar el nivel de la discusión. Tenemos que discutir primero la idea.

-¿Pero no cree que hay nombres que deberían quedar afuera de esta renovación? Un ejemplo es lo que le pasó a usted con Othacehé.
-Ese transvasamiento generacional dio un nuevo marco conceptual también a la política y finalmente es el mismo pueblo el que termina colocando a los políticos donde tienen que estar.

-¿Cuándo definirá el peronismo a sus candidatos?
-Hay algunos que están un poco ansiosos en la generación de candidaturas. Al peronismo no le faltan candidatos, le sobran. Lo que nos faltan son los dirigentes que puedan llevar o encarnar esos movimientos, porque si solamente es juntarnos para una foto o una elección, resulta muy pobre lo que tenemos para ofrecer. Por eso es tan importante que toda la política argentina discuta proyectos, bases de sustentación de este país. Hay que circunscribir la pelea electoral a la época de elecciones.
Hay algunos que están un poco ansiosos en la generación de candidaturas. Al peronismo no le faltan candidatos, lo faltan son los dirigentes".

 
–¿En qué instancia está su denuncia penal contra Othacehé?
–Estuvimos seis meses haciendo auditorías. Esas pruebas las presentamos acusándolo de administración fraudulenta, lavado de activos y enriquecimiento ilícito. La Justicia tiene sus tiempos y soy respetuoso de eso, pero creo que hemos cumplido con nuestros vecinos. Mi aspiración máxima es que se les devuelva a los vecinos de Merlo hasta el último centavo que está en los bolsillos de ex funcionarios.

–¿Cómo es la relación con el Concejo Deliberante, donde quedan representantes de la anterior gestión?
–Antes se sesionaba a puertas cerradas. El día que asumí como concejal, en 2013, no fue el Vía Crucis pero cuando iba caminando a jurar me escupieron, me pegaron codazos y patadas, y me tiraron cosas. Le extendí la mano al intendente anterior para saludarlo y no me la dio. Cuando en 2015 juré como intendente, subí a mi hijo de seis años al estrado y le prometí que eso no volvería a pasar. Hoy el Concejo es un ámbito abierto, ahora tratamos de vivir en un municipio normal, donde la lucha política esté circunscripta a las ideas.